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martes, 10 de agosto de 2010
Resumen Viernes Santo 2008
El momento esperado llegó
para los devotos de la Hermandad
de Penitencia de María Santísima
de la Soledad y Santo Entierro de
Nuestro Señor Jesucristo. La nueva
talla del imaginero gaditano
Luis González Rey procesionaría
por vez primera y recorrería las
calles de un Barbate que, a las
puertas de San José, se congregaba
para ver salir el cortejo fúnebre
de Jesús. Viernes Santo y la
cruz de guía en la plaza Basilio Valencia.
La Cuadrilla de Costaleros
‘Amigos de Gracia y Esperanza’
era la encargada de portar el funesto
cuerpo de Cristo tras ser capturado,
humillado y crucificado.
Los tonos de lutos de los penitentes
dan paso a una estampa de
tambores que suenan a duelo tras
la excesivamente adornada canastilla.
Los antiguos ángeles que
custodiaban el cuerpo inerte de
Cristo se sustituyeron por cuatro
hachones negros que conformaban
las cuatro esquinas del trono.
El féretro pasa y María Santísima
de la Soledad hace acto de presencia.
La Banda de Música municipal
brinda los sonidos de las
marchas, para que los Hermanos
Costaleros de Barbate porten en
su recorrido a ‘la Guapa’ después
de varios años. La Soledad camina
llorosa, en sus manos la corona
de espinas, detrás la cruz donde
fue descolgado su Hijo con los
enseres para hacerlo. La corona
plateada de la Guapa se funde con
el color lunar, mientras que el oloroso
aroma a incienso impregna
las retinas de la barriada de San
José, enfilando, calle abajo, su paso
por Carrera Oficial.
En Agustín Varo la gente espera.
Otra noche más la calle peatonal
desde el principio hasta más
allá del Hogar del Mayor, se engalana
con personas expectantes
al paso del cortejo. La Tribuna preparada
por el Consejo de Hermandades
y Cofradías comienza
a llenarse de representantes de las
mismas, así como de autoridades
civiles y eclesiásticas. En esta ocasión,
una mirada observará con
mayor detenimiento ‘su’ Cristo.
Un antiguo alcalde y un mecenas
para algunas hermandades, que
contemplaba con solemnidad la
realista talla del imaginero gaditano.
Don Diego López Barrera
pudo ver a su Cristo.
La noche iba acabando y la Semana
de Pasión se fue cerrando
poco a poco, para descansar un
día, y contemplar la Resurección
de Cristo. El Santo Entierro se recogía
sobre las dos de la mañana
y María Santísima de la Soledad
despedía un año más un Viernes
Santo de luto, pero con la garantía
de una excelente hermandad
en la calle. Las puertas de San José
se tornaron, el sepulcro se cerró
y Cristo descansó, hasta el tercer
dia...
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